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La depredación es una relación ecológica que entablan dos especies, en la que una especie A emplea a la especie B como fuente de alimentos. La depredación incluye cuando un animal se come a otro animal, así como cuando un animal se come una planta; aunque esta visión es algo restrictiva ya que al nivel celular también se entablar relaciones de depredación entre diferentes especies de organismos unicelulares que no son ni plantas ni animales. Por lo anterior se definirán tres tipos,
·
la depredación verdadera en la que la especie B
siempre se muere
·
el forrajeo en la que la especie B es una planta
y muchas veces no muere;
·
el parasitoidismo en la que la especie B sufre
una muerte lenta y desde adentro.
La depredación ha conllevado a generar presiones de selección muy directas, tanto por los depredadores como por las presas, lo cual conlleva a la generación de las adaptaciones más conspicuas en la estructura del ser vivo, después de todo a diferencia de la competencia o la simbiosis que son a largo plazo, la depredación es un asunto de vida o muerte, fortuna o ruina para un individuo. Las modificaciones ventajosas para los depredadores a medida que pasa el tiempo son contrarrestadas por variaciones en las presas, lo cual genera una carrera de armamento, o mejor denominada relación depredador-presa. En esta sección consideraremos una serie de adaptaciones generales, generadas por la relación depredador-presa.
Figura 17. Relación depredador-presa. No es casualidad
que los dos animales más rápidos de África sea un depredador especializado y su
presa más común, ambos seleccionándose por ser más veloz y ágil. La relación
depredador-presa es bidireccional, pues las presas no están indefensas, y
aunque un depredador puede matarlas, fallará más del 90% de sus cacerías.
¡Los animales se mueven! Es algo obvio, pero hay que recalcar que esta es la característica que más nos apasiona de ellos, y se mueven para alimentarse, son fuertes, so rápidos, son astutos, y nos maravillamos por esto (Kalinkat, 2012). La depredación verdadera es la relación ecológica en la que la especie A asesina a la especie B y después de la come.
Figura 18. La naturaleza es “rojo” en
colmillos y garras. No existe una noción de moralidad en el comportamiento de los
depredadores, ellos deben matar para vivir, y en el proceso evitan que sus
presas se salgan de control ecológico destruyendo el delicado equilibrio que
permite la supervivencia de muchas otras especies.
La especie A se la denomina depredador, la especie B se la
denomina presa y a la especie C se la denomina carroñero. Si una especie
combina rasgos de B-C se la denomina depredador oportunista, y son la mayoría
como en el caso del gran tiburón blanco (Fergusson, Compagno,
& Marks, 2000).
Uno de los efectos más
importantes de la relación depredador presa es el impacto de un depredador en
las poblaciones de las presas. Si bien un ecosistema puede mantener un número
dinámicamente constante de individuos, al agregar un depredador a la mezcla se
generan ciclos de crecimiento y decrecimiento que serán estudiados en otra
serie de artículos, en especial en base a los estudios de Lotka-Volterra a un
nivel analítico (Molles, 2013).
La relación depredador-presa es de doble vía, y por eso no
hemos empleado el concepto de explotación en nuestra clasificación de las
interacciones ecológicas, el concepto de explotación nos trae la idea de una
relación unidireccional de dominio del de predador sobre la presa, sin embargo
esta es una idea que nos han inculcado los documentales de vida silvestre, los
depredadores fallan mucho en sus intentos de cacería, y las presas pueden
defenderse, Es por esto que la relación depredador presa afecta tanto a las
presas como a los depredadores, algo denominado carrera armamentista depredador
presa (Gomes, Mariano, &
Christensen, 2014).
En cualquier caso, los depredadores cumplen una función muy
importante, manteniendo el balance de la población de productores primarios con
respecto a la de consumidores primarios, sin depredadores habría demasiados
herbívoros y llegarían a ser un peligro para la población de productores.
Gracias a los depredadores existe un balance. Otro aspecto de la depredación es
que los seres humanos tendemos a juzgar a los depredadores en base a nuestras
escalas de valores. Sin embargo, los depredadores no matan por placer, lo hacen
porque si no matan se mueren de hambre, es así de simple. Por más cruel que
parezca el asesinato de una presa por parte de un depredador, la única forma
que estos animales tienen para sobrevivir es matar; y por lo general, los
depredadores atacan a las crías, los débiles y los ancianos.
Como se ha mencionado antes, la relación depredador-presa
tienen un impacto directo en la especie a niveles físicos y de comportamiento
que serán descritas a continuación. Es importante resaltar que estas
estrategias no son excluyentes, por lo general un solo depredador puede
combinar varias de estas para abrumar de manera absoluta a su presa, con velocidad,
fuerza, astucia y precisión.
Figura 19. Las plantas no están
indefensas (YouTube) (YouTube). Todas las plantas poseen efectos en los organismos que las
consumen, lo cual es obvio, pues todas las plantas generan algún tipo de
toxina. Usar excesivamente algunas plantas puede ser mortal, todo depende de la
dosis. El hecho de que algo sea natural no implica que sea seguro. Las plantas
también son criaturas salvajes que han desarrollado defensas naturales
potentes, y deben ser tratadas con respeto.
El forrajeo se puede definir como el empleo que hace una
especie A de partes de la especie B, lastimándola pero sin matarla necesariamente,
mientras que B intenta desarrollar mecanismos que disminuyan los ataques de A.
Por lo general es una relación que se entabla entre productores y consumidores
primarios, especialmente plantas, aunque pueden existir otros (Kalinkat, 2012).
Las plantas al ser presas generan una serie de defensas
contra sus forrajeadores que incluyen defensas mecánicas “púas, o tamaño” así
como defensas químicas “narcóticos”. En lo que más destacan las plantas es en
las defensas químicas, pues virtualmente no existen plantas que no posean
alcaloides. Los alcaloides son sustancias de desecho modificadas por la planta
las cuales se almacenan en la vacuola de sus células (Ibanez, Gallet, &
Després, 2012; Pasteels, 2007).
Algunas plantas pueden ser mortales, otras generar efectos
que modifican el sistema nervioso central de los animales que las consumen.
Entre otras podemos citar casos famosos como: la cicuta “Conium maculatum”,
la dedalera “Digitalis purpurea”, la adelfa “Nerium oleander”, la
coca “Erythroxylum coca”, la marihuana “Cannabis sativa”, el cafeto
“Coffea spp.”, el tabaco “Nicotiana spp.”, el borrachero “Brugmansia spp.”. Al igual que con el veneno
animal, algunos forrajeadores han desarrollado inmunidad contra algunas de las
defensas químicas, lo que los convierte en plagas que infestan ciertos tipos de
plantas y no otros. Por otro lado, los insectos que logran alimentarse de las
plantas venenosas pueden almacenar el veneno en sus cuerpos para úsalo como
propio, muchas hormigas poseen dicha capacidad.
Por lo general, la depredación verdadera y el forrajeo hacen
parte de un grupo más general de tipos de consumo llamados consumidores de
sistemas vivos. Por lo general la
depredación se caracteriza por alimentarse de animales, y el forrajeo de
vegetales sin matarlos. Otros tipos
pueden ser la micofagia que es la depredación sobre hongos, o la detrivoria,
filtrar material orgánico vivo de la tierra como lo hacen los pepinos de mar o
las ballenas no dentadas.
Figura 20. Avispa parasitoide
emergiendo. Una avispa endo-parasitoide emergiendo, como un alien, de una
cucaracha que le sirvió de anfitrión en sus estados larvarios. No todos los
parasitoides son endoparásitos, algunos viven fuera de su anfitrión.
El parasitoidismo se diferencia del parasitismo en la misma
definición. El parasitismo es
un tipo de simbiosis, el parasitoidismo un tipo de depredación verdadera. La simbiosis se define como la
interacción entre dos especies en las que ambas permanecen vivas, mientras que
la depredación una especie mata a otra y se alimenta de ella. El parasitoidismo
es un estado intermedio, una especie A generalmente se alimenta de una especie
B por un tiempo, ajustándose a la definición de simbiosis, y al lastimarla, se
cumple la de parasitismo. Sin embargo el parasitoidismo siempre mata a la presa
en algún momento (Kalinkat, 2012), cosa que no hace
necesariamente el parasitismo. De esta forma definiremos al parasitoidismo como
el aprovechamiento de una especie A al alimentarse de una especie B por un
tiempo, para luego matarla de forma no accidental y terminarla de comer o
usarla de algún otro modo. Muchas avispas tienen este tipo de interacciones con
orugas (Godfray, 1994; Ovruski,
Aluja, Sivinski, & Wharton, 2000).
En este caso la especie A afecta negativamente a la especie
B, pero no como una fuente de alimento, sino como un medio para obtener fines
indirectos. Por ejemplo, la construcción de herramientas. Aunque los humanos
destacamos en esta área, otras especies pueden hacer lo mismo, por ejemplo, los
castores que derriban árboles matándolos en el proceso para construir una
represa.
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