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Golpear como un rayo, de manera inesperada y matar sin que tu victima tuviera tiempo siquiera de saber que la has atacado, son una de las estrategias ganadoras, ya sea en la guerra como en la cacería (Martin & Hammerschlag, 2012). Los depredadores de persecución y emboscada buscan acercarse lo más posible sin ser detectados a su presa para luego lanzar un ataque fulminante y efectivo. Los depredadores que cazan por emboscada y persecución son rápidos e inteligentes, y depende de los sentidos de la vista y el oído para poder obtener información con gran rapidez.
Figura 21. Depredador de enmoscada. El guepardo se
especializa en emboscadas y persecuciones rápidas pero cortas.
La denominamos persecución a corta distancia debido a que
los depredadores solo son capaces de mantener grandes velocidades por mucho
tiempo antes de agotarse, a diferencia de las presas que pueden mantener
velocidades grandes con mayor constancia, en este sentido los depredadores de
emboscada son poco persistentes. En otras ocasiones el depredador es tan rápido
con respecto a su objetivo, que la presa no sabrá nunca quién la mató. Por otra
parte, debido a la gran cantidad de información cambiante que reciben los
depredadores que persecución y emboscada, sus cerebros son más grandes, lo cual
les permite trazar planes de ataque táctico con mayor eficiencia.
Y así cazamos nosotros, puede que los humanos no podamos correr tan rápido como un guepardo, o tener el camuflaje de un tigre, pero somos persistentes y podemos caminar mucho. Una manada de animales de forrajeo puede ser mantenida a una velocidad de trote constante pero no muy grande por una larga cantidad de tiempo. Aunque estos animales pueden mantener picos de velocidad más altos que os humanos, nosotros tenemos un mayor alcance, solo se trata de mantenerlos andando sin oportunidad de descansar. Tarde o temprano la presa alcanza una temperatura crítica y cae agotada, momento en el cual el depredador puede atacar.
Figura 22. Esta fue la táctica de
cacería del ser humano. La cacería por persistencia fue una de las primeras tácticas que
nuestra especie, y una de las causas de que evolucionáramos para caminar a
largas distancias sin acalorarnos, nosotros podemos sudar mientras que muchas
presas grandes no, y aunque puede correr distancias moderadas rápidamente, no
pueden mantenerse en constante movimiento como lo podemos hacer nosotros, los
seres humanos.
La estrategia de caza por emboscada puede explicar mucho de
nuestra debilidad fisiológica, para cazar por persistencia uno debe hacerse
notar por lo que los animales que lo hacen como el ser humano no requieren
camuflarse. Por otro lado, nadie necesita ser muy fuerte cuando la presa ha
caído derrotada por el agotamiento.
Las principales adaptaciones para la cacería por
persistencia es poder mantener un ritmo de movimiento constante y un mecanismo
para disipar el calor de manera eficiente. Los humanos sudamos mucho, por todo
el cuerpo, a diferencia de muchos animales que solo pueden sudar por sus
lenguas, lo cual es una clara adaptación para la cacería por persistencia (Carrier et al., 1984;
Liebenberg, 2006, 2008; Schmidt-Nielsen, 1997).
Lo más maravilloso de esta técnica es que ¡es nuestra! Los
humanos a menudo son alabados por su alta inteligencia en comparación con
cualquier otro animal. Sin embargo, esta es solo la segunda mejor adaptación
que poseen los humanos. Aún más importante y que nos mantuvo vivos fue una
ventaja sobre casi cualquier otro animal de la llanura fue la capacidad ... ¡de
caminar! Y seguir caminando durante horas y horas, ¡incluso días con sus
noches! Muchos animales son mucho más rápidos que los humanos, pero también se
cansan mucho más rápido. Los humanos pueden viajar a distancias muy largas con
cantidades relativamente cortas de descanso y su capacidad de transportar agua
con ellos extendió esto aún más. Para capturar vivo a un caballo, el humano promedio
solo tenía que seguirlo hasta que estaba demasiado exhausto para dar un paso
más. Uno de los pocos otros animales con una capacidad similar para viajar
largas distancias es el confiable lobo y sus descendientes. Caminar es una
técnica de cacería que no depende de nuestra habilidad para hacer herramientas,
solo de nuestro potencial fisiológico y de una roca pesada o un cuchillo de
piedra para aplastar la cabeza o cortar el cuello del animal moribundo. Actualmente
es una técnica de caza practicada por tres pueblos en el mundo, uno de ellos
los Raramuri de Méjico (Liebenberg, 2006).
La fortaleza física es empleada para el combate a corta distancia, y es la capacidad de abrumar físicamente a tu presa y de someterla para ejecutar fuerza en sus puntos vitales y matarla. La fuerza y la velocidad son habilidades mutuamente excluyentes y complementarias, si un animal es muy rápido pierde fuerza física, y viceversa, el incremento en la fuerza disminuye la velocidad. Cada especie se adapta para optimizar estas características.
Figura 23. El oso polar es el
depredador terrestre más grande en la actualidad. El oso polar Ursus
maritimus es el depredador terrestre vivo más grande de la actualidad, es
más grande que la mayoría de sus presas habituales, y solo las morsas y las
ballenas pueden hacerle frente en peso, lo cual dice mucho de la productividad
energética.
Un ejemplo del problema de la optimización es el guepardo,
el leopardo y el legre. El guepardo es un ejemplo de maximización de velocidad
a costa de fuerza, esto lo limita a presas relativamente pequeñas y débiles,
pero le otorga la ventaja de poder cazar presas tan rápidas que ningún otro
depredador de la sabana puede alcanzar con facilidad. El leopardo es un ejemplo
de optimización intermedia, no tan rápido, pero lo suficientemente fuerte para
atacar presas que podrían lastimar mortalmente a un guepardo.
Figura 24. Tamaño sin velocidad es
inviable. El tamaño en sí mismo no lo es todo y el ligre es un ejemplo de
eso, aun cuando sea grande y pesado, sus patas son cortas, por lo que no puede
generar velocidad o potencia, y en la naturaleza no podría ocultarse fácilmente
debido a su torpeza.
El ligre, la combinación entre un tigre y un león es un
ejemplo de máxima fuerza inútil, y decimos inútil debido a que su gran masa lo
hace lento y torpe. El legre carece de inhibidores de crecimiento, lo cual lo
hace crecer más que cualquier otro felino. Por lo general los depredadores de
contacto combinan la velocidad y la fuerza superiores para abrumar a las presas
más pequeñas.
Colectivismo y estrategias grupales
El colectivismo es una estrategia en la que varios individuos cazan a una sola presa dividiéndose el premio (Murphy, Ruth, Hornocker, & Negri, 2009; Nishimura & Ikegami, 1997). Aunque en colectivo queda menos carne para repartir, el colectivismo les permite a los depredadores cazar animales de tamaño y poder superior. Aunque individualmente la presa sea físicamente superior, de manera colectiva los depredadores conforman una unidad que puede abrumar a la presa. Por ejemplo, los leones y la mayoría de sus presas como las cebras o los búfalos de agua.
Figura 25. Tácticas de grupo. Depredadores como
leones o lobos no requieren crecer mucho para cazar presas más grandes que
ellos mismos, estas criaturas dependen del trabajo en equipo en sus faenas. Los
lobos y leones cazan presas de tamaño comparable, pero la mayor organización de
los lobos les permite lograr la misma hazaña con cuerpos más pequeños que los
leones. Ellos aíslan presas débiles y las agotan por persecución persistente en
relevos, asegurando siempre individuos frescos para hostigar y matar a la
presa.
Otro aspecto del colectivismo es el ataque estratégico. Un
ejemplo de esto son los lobos que se distribuyen a lo largo de un campo de
cacería. Unos primeros lobos ponen a correr a las presas. Posteriormente otros
lobos toman la antorcha mientras que los primeros descansan seleccionando
además los individuos que empiezan a rezagarse, siendo los más débiles como las
crías, los viejos y enfermos. Con el tiempo se separa a un individuo débil, y
el resto de la jauría se une para atacar. La clasificamos como cacería
estratégica debido a que los individuos emplean su fuerza y resistencia de modo
óptimo, repartiéndose las responsabilidades y los premios. Este es el otro modo
principal de cacería que usó el ser humano por miles de años para sobrevivir.
Para completar los mecanismos anteriores, los depredadores emplean el camuflaje para poder ejercer una buena emboscada. Formalmente a la coloración para ocultar la llamamos coloración críptica y al camuflaje mimetismo. Lo opuesta, es decir la coloración brillante es conspícua y al proceso de resaltar aposematismo (Scogings & Hawick, 2013; Stankowich & Coss, 2007). Por lo general las presas no tienen buena vista, y ven en blanco y negro. Los colores de los depredadores los ayuda a confundirse con su ambiente y atacar.
Figura 26. Los depredadores son
difíciles de ver en blanco y negro. A pesar de su tamaño, los
tigres pueden asechar muy bien tanto presas que ven a color como a blanco y
negro, pero estas últimas tienen menos ventajas para percibir su camuflaje.
El mimetismo críptico ofensivo funciona tanto para que el
depredador se acerque a su presa potencial, o para que la presa se acerque a su
depredador, este es un ejemplo típico de algunas tortugas o peces que emplean
partes de su cuerpo que se asemejan a presas de menor nivel, son cebos o
carnadas que atraen por movimiento o iluminación a sus presas. Básicamente es convertir la expresión de lobo
con piel de oveja en una realidad, y ocasionalmente es denominada como
mimetismo Peckhamiano
(Endler, 1981; Jackson & Wilcox, 1993).
Figura 27. Matar es un asunto de puntos débiles. Los depredadores no
solo confían en su tamaño superior, una presa no es una criatura sumisa, y
puede hacer daño, por lo que es mejor emplear formas de dominarla más
rápidamente que con el mero uso de la fuerza bruta. Los depredadores a menudo
usan más maña que fuerza.
Otro aspecto importante son las estrategias de asesinato,
que es el paso final de la caería. Muchos animales se distinguen por sus
métodos de asesinato. Pueden ir desde los más brutales como en los tiburones
que matan por destrucción de tejidos por mordidas, hasta los asesinatos por
precisión como las mordidas al cuello de los cánidos.
Otros animales como algunos peces disparan agua a los
insectos para hacerlos caer y comerlos de un mordisco. Sea cual sea el método
algo si es importante, la técnica de asesinato debe ser rápida, de lo contrario
se le da tiempo a la presa para escapar de la posición de sumisión, o peor aún,
de luchar y lastimar gravemente al depredador.
Para este cometido los depredadores emplean garras, colmillos, fuerza
bruta, entre muchos otros para realizar golpes precisos en los puntos vitales
de la víctima. En otras ocasiones emplean métodos mucho más sutiles, como el
caso del pez arquero que emplea el agua para desequilibrar a sus víctimas (Schuster, Wöhl,
Griebsch, & Klostermeier, 2006).
Adicional al arsenal anterior existen otros dos mecanismos. Uno es el de los venenos, generalmente se trata de saliva modificada con neurotoxinas y enzimas digestivas, aunque en realidad muchos otros tejidos pueden servir a este propósito como lo revelan las glándulas venenosas de las medusas o los escorpiones. La función del veneno es la de ser una táctica de asesinato efectiva, el animal pica y el veneno se encarga de someter y matar a la presa sin que el depredador tenga que luchar contra la víctima. Y como bono adicional, muchos venenos inician la digestión química por adelantado ahorrando tiempo de digestión. Existen otros mecanismos semejantes al veneno, como el de mordidas sépticas, la idea es que, en lugar de veneno, lo que se inyecta es una serie de bacterias patógenas que infectan a la presa y la matan por fiebre y deshidratación. Esta táctica es empleada por los dragones de Komodo.
Figura 28. Veneno ofensivo. El veneno es otra
táctica de sometimiento de presas potencialmente peligrosas, el cual puede ser
empleado para lidiar con potenciales depredadores. El veneno no solo incluye
agentes enzimáticos producidos por el animal, también puede involucrar
bacterias simbióticas perjudiciales para las presas.
La relación
depredador-presa es bidireccional, y al ser una carrera armamentista, en muchos
casos una adaptación generada en un nivel trófico recibe una contramedidia, y
aunque algunos autores cuestionan la validez de esta metafoira (Abrams, 1986), el hecho es que el ejemplo
de los venenos es bastante elocuente. Los depredadores que se alimentan de
presas peligrosas por sus venenos deben contar con mecanismos de inmunidad
parcial o total, algunos simplemente deben matar a su presa impidiendo que
picados o mordidos, pero a otros simplemente no les importa al ser inmunes (E. D. Brodie & Brodie, 1991; Carlsson,
Sarnelle, & Strayer, 2009; Motychak, Brodie Jr, & Brodie III, 1999;
Williams, Brodie Jr, & Brodie III, 2003).
Figura 29. Ser inmune al veneno es
útil. Cuando un mamífero pequeño evoluciona inmunidad al veneno de
serpiente, este puede incluso atacar, matar y comerse a su anterior depredador.
Otra forma de cacería es la trampa, es decir, la capacidad de atraer a la presa a un lugar del cual no puede escapar. Existen muchos tipos de trampas, algunos son estructuras del depredador como en el caso de las flores de las plantas carnívoras. En otros casos puede ser algún tipo de secreción del animal como en el caso de las arañas tejedoras de redes. O puede ser una constricción de animal como en el caso de las hormigas león (Scharf, Lubin, & Ovadia, 2011).
Figura 30. Hormiga león. Las hormigas león
emplean la arena para atrapar a sus presas.
Los seres humanos también destacamos en este tipo de táctica de cacería debido a nuestra inteligencia, esta nos posibilita alterar el medioambiente para desarrollar trampas con las cuales no nacemos. Las trampas como tal pueden ser factores abióticos o ambientales, como hacen las hormigas león, pero también pueden ser adaptaciones físicas como la seda de las arañas o el mimetismo críptico ofensivo.
Figura 31. La tela de la araña es la
trampa suprema. Las arañas son quizás, las mejores tejedoras de trampas en la
naturaleza, y sus redes pueden tener diversidad de formas y funciones
especializadas.
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